Anónimo - "Dios bendiga al inventor del tobogán"
Dios bendiga al inventor del tobogán es una novella tragicómica, escrita a modo de diario pandémico y pre-distópico, una historia sobre El Problema y La Solución™, sobre aislamiento, desesperación, culpa y expiación, delación laboral aprobada por el comité de empresa, tecnología a nivel usuario, bares de carretera, piscinas de bloque, delitos mal vistos, delitos bien vistos y el ciclismo como medio de comunicación de encriptado perfecto.
Me gustaría decir que empiezo a redactar este diario teniendo un fin concreto en mente. Puede que incluso una certeza interna respecto a lo muchísimo que se va a torcer todo y, con ello, con el diario, intentar dejar testimonio conforme la realidad se curva. Que de alguna manera sepa que de aquí a varias semanas volveré a este mismo momento a la manera de los puntos de restauración de los sistemas operativos de los ordenadores, que sea una especie de lugar seguro a partir del cual todo se deteriora y que si retorno una y otra vez sea no porque eso me vaya a permitir cambiar algo, sino por la necesidad de constatar de vez en cuando que no siempre todo fue de la manera que terminará siendo. No sé. Igual lo lee otra persona y lo que percibe es el claro descenso a la locura de alguien que antaño era normal. A lo mejor dicha persona es capaz de apreciar que la realidad se sigue desplazando en una línea igual de recta que siempre y que lo que describe una curva es mi cabeza.
La verdad es que no tengo la menor idea de por qué hago esto.
El libro cuenta con un prólogo de Juarma (autor de Al final siempre ganan los monstruos) y una frase 'elogiosa' (así como la inspiración del título) del combo musical juvenil Carolina Durante.
Ilustración de cubierta de Begoña García-Alén
12 x 19 cm
Encuadernación en rústica
ISBN: 978-84-09-36184-7